Mi relación con la comida no siempre fue saludable. Desde pequeña, prefería alimentos procesados y refrescos a frutas y verduras, y mi estómago a menudo estaba hinchado. A pesar de ser delgada, luchaba con problemas digestivos y la constante obsesión con la pérdida de peso. Los síntomas, como la hinchazón, eran signos de una mala alimentación que no comprendía completamente.

El peligro de la desinformación: Mi experiencia con las dietas extremas

A lo largo de mis 20s, me sometí a dietas extremas que solo aumentaron mi sufrimiento. Consideré opciones peligrosas, como inyecciones para eliminar la grasa abdominal, pero afortunadamente, nunca llegué a eso. Mis dietas restrictivas, llenas de sodio y bajas en carbohidratos, no resolvían el problema, sino que exacerbaban mi malestar.

Descubriendo la verdad

Un cambio significativo ocurrió cuando encontré un post sobre el gluten que resonó conmigo. Me llevó a investigar y, a pesar de que la prueba para celiaquía fue negativa, mi curiosidad me impulsó a profundizar más. Un diagnóstico de gastritis crónica no resolvió todos mis problemas, y los síntomas persistieron a pesar del tratamiento.

Fue entonces cuando recordé un consejo de un neurólogo sobre cómo una dieta adecuada podría aliviar mis dolores de cabeza. Decidí aplicar sus consejos: reduje el azúcar, eliminé alimentos procesados y comencé a registrar mis comidas y síntomas. Descubrí que soy intolerante al gluten, lo que transformó radicalmente mi salud.